Sunday, April 29, 2007

TE AMO

Amo todo de ti, tus notas, tus letras, tus tambores… tu aroma, porque hueles a alegría, me acompañas cuando te necesito y mi alma quiere volar… mi cuerpo por su parte pretende moverse al son de tus tonadas. Me haces feliz, no puedo negarlo, cierro los ojos y canto con tigo… viajo por ese lugar que solo en mi mente existe, y quiero despegar, me siento inmune al dolor que me causan ciertas cosas en esta vida. Eres mi alivio, mi desahogo, mi acompañante… Eres esa brisita que me acaricia las mejillas y me hace respirar profundo, es entonces cuando te tomo entre mis manos y te paseas por todo mi cuerpo, mientras me contoneo entre las vibraciones de tus cuerdas y tus tambores. Despejas los humos de mi alma para que mis sesos puedan pensar claramente y poder levitar en este carbón caliente que muchas veces me quema el corazón.

TE AMO


ES EL REGGAE QUE TANTO HA PENETRADO EN MI, HABLO DE LA MUSICA!! DE MI MUSICA REGGAE!!!

Monday, April 23, 2007

Su Vida

Pedro era un joven soltero que vivía en un pequeño apartamento al norte de la ciudad de Cali. Tenía un trabajo estable donde debía permanecer sentado horas enteras en una silla donde recibía órdenes de sus superiores. A diario cuando se levantaba, debía cumplir con las mismas obligaciones del día anterior. Como vivía solo, tenia que hacerse cargo del orden en su hogar y esto no lo animaba del todo, pero sabia que debía responsabilizarse del orden en su casa. Cuando pedro se despertaba, se bañaba, se vestía, desayunaba un café amargo porque no sabía prepararlo bien y se encaminaba en su carro hacía su trabajo, pasando por los mismos lugares y paisajes que a diario sus ojos percibían y que le aburrían la mente. Al llegar a su trabajo, sentía que las horas pasaban tan lentamente y que su cuerpo no iba a resistir la monotonía de sentarse en el mismo lugar, decidía pararse algunas veces a pasear por las oficinas de sus otros compañeros de trabajo. Los códigos y los datos que debía corregir como parte de sus labores, le jugaban bromas mientras giraban en las hojas de apel, Pedro estaba mareado con una infinidad de letras y números que se penetraban bruscamente por sus ojos.

Caía la noche en la ciudad y Pedro debía limpiar su oficina para poderse ir. Mientras manejaba rumbo a su casa, su rostro parecía negarle una sonrisa a la vida. Estaba cansado de vivir en la ciudad y aburrido de despertarse en la misma rutina sin la posibilidad de descansar en par de semanas para invitar a su mente a recargarse de fuerzas y poder continuar, pues tenia mucho trabajo en su oficina y su vida se tornaba rutinaria y aburrida, el estrés le ahogaba la mente pensando en los deberes que debía cumplir.
Al llegar a su casa las cosas no parecían mejorar, estaba solo, sin nadie con quien conversar, nadie que lo apoyara y estuviera junto a él para brindarle compañía en aquellas noches frías y solas en las que llegaba a casa sin encontrar ese calor de hogar que tanto anhelaba. Mientras se quitaba la ropa para ponerse un poco más cómodo, sentía que sus oídos iban a estallar, pues el silencio de su casa se camuflaba con los ácidos sonidos de la ciudad que parecían perforarle los tímpanos. Calentó su comida, se sentó solo en el comedor y aunque tenía hambre, no sentía alivio alguno, ya que su vida rutinaria no le producía sensación de placer alguno, era la misma comida que calentaba a diario en el horno al llegar a casa. Al terminar de comer, se sentó en el sillón de la sala, prendió el televisor, pero no tuvo suerte, sus ojos ignoraron cada canal que sus dedos pasaban. Apagó el televisor, las luces y se acostó.
Mientras conciliaba el sueño miró hacia el techo y le pareció extraño verse abriendo la puerta de su apartamento, miles de colores difusamente iluminaban su rostro sin ninguna explicación. De repente, la ciudad que tanto detestaba, ya no era una ciudad. Al parecer los edificios se habían convertido en grandes y verdes montañas que levemente eran acariciadas por el viento. Las calles grises y empolvadas por las que a diario transitaba, ahora eran lugares tapizados por exóticas flores que crecían a la par con su mirada que recorría el lugar. El horizonte de lo que quedaba de la ciudad, parecía convertirse en un extenso mar azul. Por primera vez y después de mucho tiempo, Pedro sonreía, su rostro reflejaba esa fiesta de tambores que su interior sentía, aunque estaba un poco consternado. Al mirar al cielo, las nubes eran pedazos esponjosos de algodón en forma de arabescos que le daban un toque especial a este lugar tan peculiar. Pedro se sorprendió al ver miles de pájaros que jugueteaban entre las nubes e iluminaban el cielo con sus plumajes invadidos de colores llamativos, Pedro estaba feliz. Al mirar detrás suyo, se dio cuenta que su apartamento ahora era una hermosa extensión de arena que formaba un complemento perfecto con el mar. De repente, el viento se iluminó de colores y las palmas que adornaban la arena se movían de aquí para allá mientras musitaban una hermosa canción. Cuando Pedro miró hacia el suelo, sus pies parecían no pisar firme, su cuerpo levitaba en el espacio y su alma desbordaba tanta alegría que se dejó llevar, fue entonces cuando se sintió jugando entre las nubes y volando junto al viento que acariciaba su rostro y lo hacia olvidar que en algún momento estuvo triste, triste y ahogado en una cotidianidad que parecía no tener fin. Su corazón estaba tan feliz que se olvido de aquello que le hacia daño y se sintió inmune a cualquier tipo de tropiezos.
Mientras flotaba en el aire, pedro sintió un poco de frío. La neblina comenzó a ocultar el panorama, tanto así que su nuevo mundo empezó a desaparecer como si sus colores se difuminaran por el espeso frío que cobijaba el lugar.

Pedro empezó a sentir desesperación, su cuerpo volvía a sentirse tan cansado que presintió que descendería del lugar donde se comenzaba a sentir tan feliz y tan capaz de liberarse de todas las ataduras que su vida cotidiana le traía consigo. Asustado, abrió los ojos y se dio cuenta de que la ventana de su habitación estaba abierta y se había olvidado de cobijar su cuerpo antes de dormir, se dio vuelta, apretó su almohada e intento dormirse de nuevo.